:tkz_nombreinexistente: on Nostr: Volvemos a las andadas. Esta vez como de primeras no tengo material pensado voy a ...
Volvemos a las andadas.
Esta vez como de primeras no tengo material pensado voy a improvisar un toot a cuento de que se acerca el regreso de Dragon Ball Budokai Tenkaichi con Sparkling Zero, el cual no pinta mal.
El toot va a ser sobre un Kusoge (recordemos, es una etiqueta japonesa para definir la morralla). Dragon Ball Final Bout de PS1.
Quienes ya me conocieron saben que siempre digo que algo puede ser de tres formas: Bueno, Nostalgico, o Bueno y Nostálgico a la vez.
En el presente caso es pura nostalgia.
A favor está la intro, y la banda sonora.
En contra está la velocidad del juego y su ortopedia existiendo ya la saga Tekken en aquellos años, el imput lag, el desbalance de los luchadores en cosas como el tamaño, además de que si ya se sentía desfasado de primeras con el paso de los años se pudo observar lo que pasa si pones leche caducada al sol.
La mente de un niño de 10 años es maravillosa porque si te gustaba la obra en la cual se basa te daba igual, ni le veías los defectos (y la influencia de mis primos también tuvo algo que ver porque pese a que el cabrón era malo, nos echábamos una sesión entera en el maravilloso ladrillo gris de Sony).
Los juegos basados en Anime y no siendo DB la excepción son de calidad variable, en este caso nos encontramos en su espectro más bajo. Gracias a dios que existe Fighter Z y los Budokai Tenkaichi para compensar esto.
Algunos Kusoge son graciosos como Pepsiman. Otros como este sin embargo hacen pensar en qué pudo ser si se hubiera hecho bien.
Hay quien por dar esta opinión te puede colgar porque el juego fue infancia pero seamos honestos, tu infancia es válida para tí, no para mejorar el juego, ni para vendérselo a alguien como virtud del mismo. Hay cosas que jugué en mi infancia y me encantaron pero mis gustos evolucionaron, y las gafas de la Nostalgia son muy cegadoras.
Texto adicional con más comentarios en las imágenes.
A ver si puedo traer cosas con menos improvisación delante justo como solía hacer. Un honor volver a darles la brasa, mastodontes.
Esta vez como de primeras no tengo material pensado voy a improvisar un toot a cuento de que se acerca el regreso de Dragon Ball Budokai Tenkaichi con Sparkling Zero, el cual no pinta mal.
El toot va a ser sobre un Kusoge (recordemos, es una etiqueta japonesa para definir la morralla). Dragon Ball Final Bout de PS1.
Quienes ya me conocieron saben que siempre digo que algo puede ser de tres formas: Bueno, Nostalgico, o Bueno y Nostálgico a la vez.
En el presente caso es pura nostalgia.
A favor está la intro, y la banda sonora.
En contra está la velocidad del juego y su ortopedia existiendo ya la saga Tekken en aquellos años, el imput lag, el desbalance de los luchadores en cosas como el tamaño, además de que si ya se sentía desfasado de primeras con el paso de los años se pudo observar lo que pasa si pones leche caducada al sol.
La mente de un niño de 10 años es maravillosa porque si te gustaba la obra en la cual se basa te daba igual, ni le veías los defectos (y la influencia de mis primos también tuvo algo que ver porque pese a que el cabrón era malo, nos echábamos una sesión entera en el maravilloso ladrillo gris de Sony).
Los juegos basados en Anime y no siendo DB la excepción son de calidad variable, en este caso nos encontramos en su espectro más bajo. Gracias a dios que existe Fighter Z y los Budokai Tenkaichi para compensar esto.
Algunos Kusoge son graciosos como Pepsiman. Otros como este sin embargo hacen pensar en qué pudo ser si se hubiera hecho bien.
Hay quien por dar esta opinión te puede colgar porque el juego fue infancia pero seamos honestos, tu infancia es válida para tí, no para mejorar el juego, ni para vendérselo a alguien como virtud del mismo. Hay cosas que jugué en mi infancia y me encantaron pero mis gustos evolucionaron, y las gafas de la Nostalgia son muy cegadoras.
Texto adicional con más comentarios en las imágenes.
A ver si puedo traer cosas con menos improvisación delante justo como solía hacer. Un honor volver a darles la brasa, mastodontes.