Francisco Molinero on Nostr: Lo importante es invisible a los ojos. Este famosa frase de Saint Exupery llenó ...
Lo importante es invisible a los ojos.
Este famosa frase de Saint Exupery llenó horas de reflexiones adolescentes de mi generación y apuesto que de algunas más. Ahora aparece en esos recopilatorios de adagios y frases célebres que intentan sintetizar un montón de conocimiento en pocas palabras y que en general resultan algo ripiosas. Esta y otra frase el problema que tienen es que tienen voluntad universal, esférica, cerrada y quieras que no lo de las certezas a lo bestia no siempre son lo mejor, ¡qué digo! casi siempre son lo peor.
Hoy el mundo está delante de una dicotomía de esas que merecería la pena poder contestar con un «sí, pero» o un «no, si no es …» Las cosas no funcionan así y menos en política, así que hoy se acercarán con todos sus matices para cambiarlos por un blanco y negro sin fisuras y ahí no queda todo, luego los papeles y las tebés terminarán la jugada interpretando lo que querían los que mandan.
Dios, cualquiera de ellos, nos pille confesados.
Lo importante quedará oculto a los ojos tal y como vaticinaba «El Principito» y es verdad que a veces lo que es estructural, lo que define algo y sin lo cual no sería lo que es, no está. Le pasa a la sopa de ajo en contra de su alter ego la de cebolla. Le pasa al martini dry y le pasa a algunos edificios u obras de arte que solo se sostienen por una presencia sutil de lo que no se ve.
A mi la sopa de ajo me la enseñó a hacer una compañera del trabajo con la que intercambiába recetas por email. Lo juro, la cosa no pasó de nivel y Pilar y yo compartíamos solamente el interés por conseguir que los demás, sentados a nuestra mesa fueran felices, si quiera mientras descubrían como habíamos sido capaces de disparar esos sentimientos con cosas tan sencillas. Ella era, es, Zamorana lo cual imprime cierto aire de exclusividad y además era un mujer voluminosa y según dice el tópico, por lo tanto amable. Sin tópico, Pilar era una mujer amable que decía que lo más importante de la sopa de ajo es que no haya ajo, así que ella utilizaba un buen aceite de oliva, que tuviera sabor por si mismo, no sé, con mucha arbequina, algo picante y rehogaba unas cabezas de ajo en él, despacio, sin demasiada prisa para que no se arrebaten y pongan ácida la esencia y ya está, lo sustancial estaba hecho, el carácter impreso, la estructura definida, ahora Pilar solo buscaba una presencia atractiva, que excitara para que entraran ganas de probar y eso lo conseguía cortando unas lajas finas, muy finas de pan duro que una vez retirados los ajos empapaba en el aceite al rescoldo de la lumbre y desde luego el color rojo que venía de añadir un buen pimentón de la Vera justo en el momento en que retiraba los finos tostones del fuego para que el pimiento no se quemara.
Con semejante aliño y en un agua que ya debería estar cociendo terminaba el plato, esta vez si, a fuego intenso y hasta que el pan se hiciera nube añadiendo sal de a poquitos para no matar el sabor verdadero.
Así me enseño la receta básica, la que no admite florituras como pequeños tacos de jamón, o chorizo, o ese huevo escalfado en cada plato de barro en el que se sirven estos caldos, pero es que ella además de Castellana, era huérfana de hospicio y eso, quieras que no, te termina haciendo austero y amante de un cierto concepto minimal. Yo he comido la sopa según su receta y para llegar al máximo con lo mínimo, que de eso se trata, pero nunca he hecho ascos a un concepto más barroco y más lucido con de todo.
Creo que era Churchil quien decía que el dry martini se hacía enseñando a la ginebra una botella de vermouth llevando al paroxismo el concepto de la presencia sutil. Ahora los buenos barman hacen el dry martini con una mezcla de 10 a 1 a favor de la ginebra y con unas gotas de limón y en los años 60 lo hemos visto en esas películas estupendas servido en copa de cóctel con una aceituna; para Bond lo bueno era mezclarlo, no agitarlo y para mi lo importante, como no, es compartirlo, pero nunca antes de una sopa de ajo a la que si os vale mi sugerencia la entraría con un vino del priorato.
Si te ha gustado esta entrada puedes enviarme tus comentarios en Mastodon:
npub15spue0hz64qqkrtafvdtuce48j486ufnu8327z9wvpssnqm7knyspd75ld (npub15sp…75ld)
Puedes seguir este blog desde cualquier red del Fediverso o mediante RSS.
Este famosa frase de Saint Exupery llenó horas de reflexiones adolescentes de mi generación y apuesto que de algunas más. Ahora aparece en esos recopilatorios de adagios y frases célebres que intentan sintetizar un montón de conocimiento en pocas palabras y que en general resultan algo ripiosas. Esta y otra frase el problema que tienen es que tienen voluntad universal, esférica, cerrada y quieras que no lo de las certezas a lo bestia no siempre son lo mejor, ¡qué digo! casi siempre son lo peor.
Hoy el mundo está delante de una dicotomía de esas que merecería la pena poder contestar con un «sí, pero» o un «no, si no es …» Las cosas no funcionan así y menos en política, así que hoy se acercarán con todos sus matices para cambiarlos por un blanco y negro sin fisuras y ahí no queda todo, luego los papeles y las tebés terminarán la jugada interpretando lo que querían los que mandan.
Dios, cualquiera de ellos, nos pille confesados.
Lo importante quedará oculto a los ojos tal y como vaticinaba «El Principito» y es verdad que a veces lo que es estructural, lo que define algo y sin lo cual no sería lo que es, no está. Le pasa a la sopa de ajo en contra de su alter ego la de cebolla. Le pasa al martini dry y le pasa a algunos edificios u obras de arte que solo se sostienen por una presencia sutil de lo que no se ve.
A mi la sopa de ajo me la enseñó a hacer una compañera del trabajo con la que intercambiába recetas por email. Lo juro, la cosa no pasó de nivel y Pilar y yo compartíamos solamente el interés por conseguir que los demás, sentados a nuestra mesa fueran felices, si quiera mientras descubrían como habíamos sido capaces de disparar esos sentimientos con cosas tan sencillas. Ella era, es, Zamorana lo cual imprime cierto aire de exclusividad y además era un mujer voluminosa y según dice el tópico, por lo tanto amable. Sin tópico, Pilar era una mujer amable que decía que lo más importante de la sopa de ajo es que no haya ajo, así que ella utilizaba un buen aceite de oliva, que tuviera sabor por si mismo, no sé, con mucha arbequina, algo picante y rehogaba unas cabezas de ajo en él, despacio, sin demasiada prisa para que no se arrebaten y pongan ácida la esencia y ya está, lo sustancial estaba hecho, el carácter impreso, la estructura definida, ahora Pilar solo buscaba una presencia atractiva, que excitara para que entraran ganas de probar y eso lo conseguía cortando unas lajas finas, muy finas de pan duro que una vez retirados los ajos empapaba en el aceite al rescoldo de la lumbre y desde luego el color rojo que venía de añadir un buen pimentón de la Vera justo en el momento en que retiraba los finos tostones del fuego para que el pimiento no se quemara.
Con semejante aliño y en un agua que ya debería estar cociendo terminaba el plato, esta vez si, a fuego intenso y hasta que el pan se hiciera nube añadiendo sal de a poquitos para no matar el sabor verdadero.
Así me enseño la receta básica, la que no admite florituras como pequeños tacos de jamón, o chorizo, o ese huevo escalfado en cada plato de barro en el que se sirven estos caldos, pero es que ella además de Castellana, era huérfana de hospicio y eso, quieras que no, te termina haciendo austero y amante de un cierto concepto minimal. Yo he comido la sopa según su receta y para llegar al máximo con lo mínimo, que de eso se trata, pero nunca he hecho ascos a un concepto más barroco y más lucido con de todo.
Creo que era Churchil quien decía que el dry martini se hacía enseñando a la ginebra una botella de vermouth llevando al paroxismo el concepto de la presencia sutil. Ahora los buenos barman hacen el dry martini con una mezcla de 10 a 1 a favor de la ginebra y con unas gotas de limón y en los años 60 lo hemos visto en esas películas estupendas servido en copa de cóctel con una aceituna; para Bond lo bueno era mezclarlo, no agitarlo y para mi lo importante, como no, es compartirlo, pero nunca antes de una sopa de ajo a la que si os vale mi sugerencia la entraría con un vino del priorato.
Si te ha gustado esta entrada puedes enviarme tus comentarios en Mastodon:
npub15spue0hz64qqkrtafvdtuce48j486ufnu8327z9wvpssnqm7knyspd75ld (npub15sp…75ld)
Puedes seguir este blog desde cualquier red del Fediverso o mediante RSS.