Francisco Molinero on Nostr: La memoria es una compañera infiel, al menos la mía y me abandona con mucha ...
La memoria es una compañera infiel, al menos la mía y me abandona con mucha frecuencia o quizá sea yo quien la esquive. Bien por lo uno o por lo contrario, hoy Raquel me ha recordado que hace 42 años que nos fuimos a casar al juzgado de Carabanchel, a estos efectos ubicado en la calle de María de Molina. Es bastante tiempo, sobre todo mirado así con perspectiva y en general un tiempo un fructífero, amable, en muchas ocasiones pleno y absolutamente satisfactorio y casi siempre un tiempo bien empleado.
Tengo la sensación de que mi generación no es de romper los compromisos, aunque debo matizar: no romper los compromisos en lo que realmente es importante y es por eso que la mayoría de las parejas que conozco, con las que he crecido, sobreviven al tiempo como los muebles de maderas nobles, embelleciéndose.
No hemos sido fieles el uno al otro con la devoción que las iglesias esperan y de la misma manera hemos sido comprensivos cuando el otro buscó refugio en brazos más confortables. Nos hemos acomodado al otro, acostumbrado y hemos sido barro y manos, piedra y cincel a la vez, así que ahora nos conocemos, nos reconocemos y con ese amor de obra y autor estamos sutilmente unidos, inseparables y nos hemos dado la distancia que necesita cada árbol para crecer, para enraizarse y nos hemos enseñado a disfrutar del cuerpo del otro con fuerza, con atrevimiento y con paciencia.
En lo que a mi respecta soy un deudor, pero eso es harina de otro costal.
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Tengo la sensación de que mi generación no es de romper los compromisos, aunque debo matizar: no romper los compromisos en lo que realmente es importante y es por eso que la mayoría de las parejas que conozco, con las que he crecido, sobreviven al tiempo como los muebles de maderas nobles, embelleciéndose.
No hemos sido fieles el uno al otro con la devoción que las iglesias esperan y de la misma manera hemos sido comprensivos cuando el otro buscó refugio en brazos más confortables. Nos hemos acomodado al otro, acostumbrado y hemos sido barro y manos, piedra y cincel a la vez, así que ahora nos conocemos, nos reconocemos y con ese amor de obra y autor estamos sutilmente unidos, inseparables y nos hemos dado la distancia que necesita cada árbol para crecer, para enraizarse y nos hemos enseñado a disfrutar del cuerpo del otro con fuerza, con atrevimiento y con paciencia.
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