Tomyy on Nostr: 🔊 Janne Silden, en #X Hemos llegado al final de una Era. Y eso, aunque parezca ...
🔊 Janne Silden, en #X
Hemos llegado al final de una Era. Y eso, aunque parezca desconcertante, es liberador.
Seamos sinceros: lo que llamábamos “normalidad” no era más que una campaña de marketing.
Como explica Gabor Maté en El mito de lo normal, ese estilo de vida al que nos acostumbramos generaba enfermedad, agotamiento y una lenta descomposición interior.
No era salud.
Era una forma sofisticada de colapso.
Productividad sin fin.
Disfunción maquillada con buenos modales. Agendas repletas de compromisos disfrazados de éxito.
Lo llamábamos estabilidad,
pero en realidad era sumisión.
Sumisión a sistemas que reclamaban nuestro tiempo, nuestra atención, y nuestro silencio.
Y no era en nombre del planeta, ni de las personas, ni de un poder que realmente empodera.
Trump no rompió a Occidente.
Solo dejó al descubierto las grietas que ya estaban ahí.
Musk no introdujo la tecnología militar en la geopolítica.
Solo evidenció que ya formaba parte de ella.
¿Starlink en Ucrania?
No fue un acto de generosidad.
Fue una demostración: la tecnología privada puede decidir el rumbo de una guerra.
Estos casos no son excepciones.
Son la prueba de que esa antigua “normalidad” nunca fue imparcial.
Fue cuidadosamente construida, controlada y vendida.
Es momento de decirlo con claridad:
No hay vuelta atrás.
No a las rutinas de siempre.
No a las estructuras caducas.
No a las ilusiones que confundimos con seguridad.
Lo que teníamos no era funcional.
Solo era conocido, familiar.
Y ahora que todo se está desmoronando, no estamos perdiendo seguridad real,
estamos perdiendo la historia que nos contábamos sobre ella.
Y eso no es una crisis.
Es una oportunidad.
Una oportunidad para redescubrir el gozo y la satisfacción en lo que somos capaces de crear.
No en lo que logramos,
ni en lo que aparentamos,
sino en aquello que fluye desde dentro cuando dejamos de intentar encajar en sistemas que nunca fueron diseñados para hacernos felices.
Esto es lo que nunca nos contaron:
La libertad no es caos.
Es claridad.
Cuando se disipa el ruido,
comienzas a escuchar tu verdadera voz.
No la de tus padres.
Ni la de tu jefe.
Ni la del algoritmo.
La tuya.
Cuando dejas de esforzarte por encajar, empiezas a construir.
No porque “debieras”,
sino porque se siente bien.
La diversión no es algo superficial.
Es una brújula.
La satisfacción no es un lujo.
Es una señal de que estás en sintonía contigo mismo.
Esto es crear sin presión.
Trabajar sin carga.
Estar presente sin fingir.
El viejo mundo exigía resultados.
El nuevo se basa en estar alineado con uno mismo.
Así que si lo que haces no te hace bien,no es que estés roto.
Es que simplemente no fuiste hecho para un mundo que está derrumbándose.
https://x.com/JanneSilden/status/1904092271865454885?t=vYjMrRp4SuJ5vuW5UiHcZw&s=09
Hemos llegado al final de una Era. Y eso, aunque parezca desconcertante, es liberador.
Seamos sinceros: lo que llamábamos “normalidad” no era más que una campaña de marketing.
Como explica Gabor Maté en El mito de lo normal, ese estilo de vida al que nos acostumbramos generaba enfermedad, agotamiento y una lenta descomposición interior.
No era salud.
Era una forma sofisticada de colapso.
Productividad sin fin.
Disfunción maquillada con buenos modales. Agendas repletas de compromisos disfrazados de éxito.
Lo llamábamos estabilidad,
pero en realidad era sumisión.
Sumisión a sistemas que reclamaban nuestro tiempo, nuestra atención, y nuestro silencio.
Y no era en nombre del planeta, ni de las personas, ni de un poder que realmente empodera.
Trump no rompió a Occidente.
Solo dejó al descubierto las grietas que ya estaban ahí.
Musk no introdujo la tecnología militar en la geopolítica.
Solo evidenció que ya formaba parte de ella.
¿Starlink en Ucrania?
No fue un acto de generosidad.
Fue una demostración: la tecnología privada puede decidir el rumbo de una guerra.
Estos casos no son excepciones.
Son la prueba de que esa antigua “normalidad” nunca fue imparcial.
Fue cuidadosamente construida, controlada y vendida.
Es momento de decirlo con claridad:
No hay vuelta atrás.
No a las rutinas de siempre.
No a las estructuras caducas.
No a las ilusiones que confundimos con seguridad.
Lo que teníamos no era funcional.
Solo era conocido, familiar.
Y ahora que todo se está desmoronando, no estamos perdiendo seguridad real,
estamos perdiendo la historia que nos contábamos sobre ella.
Y eso no es una crisis.
Es una oportunidad.
Una oportunidad para redescubrir el gozo y la satisfacción en lo que somos capaces de crear.
No en lo que logramos,
ni en lo que aparentamos,
sino en aquello que fluye desde dentro cuando dejamos de intentar encajar en sistemas que nunca fueron diseñados para hacernos felices.
Esto es lo que nunca nos contaron:
La libertad no es caos.
Es claridad.
Cuando se disipa el ruido,
comienzas a escuchar tu verdadera voz.
No la de tus padres.
Ni la de tu jefe.
Ni la del algoritmo.
La tuya.
Cuando dejas de esforzarte por encajar, empiezas a construir.
No porque “debieras”,
sino porque se siente bien.
La diversión no es algo superficial.
Es una brújula.
La satisfacción no es un lujo.
Es una señal de que estás en sintonía contigo mismo.
Esto es crear sin presión.
Trabajar sin carga.
Estar presente sin fingir.
El viejo mundo exigía resultados.
El nuevo se basa en estar alineado con uno mismo.
Así que si lo que haces no te hace bien,no es que estés roto.
Es que simplemente no fuiste hecho para un mundo que está derrumbándose.
https://x.com/JanneSilden/status/1904092271865454885?t=vYjMrRp4SuJ5vuW5UiHcZw&s=09