diego on Nostr: BTC1 Señoreaje Sobre la monopolización del dinero Si bien el dinero surge como una ...
BTC1 Señoreaje
Sobre la monopolización del dinero
Si bien el dinero surge como una tecnología libre, factible de ser producida por cualquier persona, hoy en día la emisión de dinero ha sido monopolizada por una mafia global, que le quitó a las personas su soberanía monetaria mediante la violencia y la propaganda. Así, extrae la mayor cantidad de valor posible del trabajo de la gente y, al mismo tiempo, le transfiere a la gente el costo de sus crímenes financieros.
En la prehistoria, muchas cosas escasas, durables y fungibles podían funcionar como moneda, como los cereales, la sal, metales, piedras preciosas o talladas, e incluso algunos tipos de conchas o de plumas. Pero con la aparición de los imperios antiguos y en la edad media, el señoreaje – el derecho exclusivo de emitir moneda – empezó a ser impuesto por tiranos, emperadores o reyes, quienes confiscaban el dinero de la gente y a cambio les daban una moneda estándar acuñada con su sello.
En 1694 se crea el Banco de Inglaterra, el primer banco central moderno, que se reservó el derecho de emitir la moneda del imperio británico, quitándoselo a las élites locales. Siempre ha sido ambiguo si este banco es una organización privada o pública, habiendo pasado de un extremo a otro en el papel y por posiciones intermedias. Pero siempre ha tenido roles públicos cruciales para la economía, como la regulación financiera, la emisión de moneda o el logro de metas inflacionarias, pero con independencia de los poderes democráticos. A partir de entonces, la gran mayoría de bancos centrales del mundo adopta está figura ambigua entre organización independiente, asesorada por organizaciones privadas, a manera de gremio o asociación, y roles y funciones públicas relacionadas con el manejo macroeconómico de la moneda, los tipos de cambio, etc.
Con la independencia de EE.UU., el liberalismo permitió que se retome la práctica de emitir dinero libremente, principalmente en forma de oro y plata minados de forma privada. Durante el siglo XIX, incluso, los bancos privados estuvieron en la potestad de mantener sus propias reservas de dinero y emitir sus propias notas de deuda bancarias (billetes). Aunque estos funcionaban ya con sistemas fraccionarios, donde podían emitir más deuda que sus reservas en dinero real, ganando un interés, se trataba de un mercado libre y basado en la confianza que los clientes podían tener para con los bancos privados. La recuperación del derecho natural de producir moneda de manera libre, sin embargo, no duró más de dos siglos. En 1913, el entonces presidente norteamericano Willson firmó el Federal Reserve Act, también conocido como “The Currency Bill”, diseñado previamente por un cártel bancario, en la famosa reunión de Jekyll Island. Este acta decretó el derecho de señoreaje por parte de una sola organización privada, conformada por el propio cártel: el Sistema de Reserva Federal estadounidense, la FED.
Igual que el Banco de Inglaterra, la FED fue presentada de manera engañosa en los medios, como si fuera una organización pública que reformaría el sistema monetario con el fin de evitar futuras crisis; como la ocurrida en 1907 – y que había sido diseñada justamente para justificar la implementación de dicha ley. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de las organizaciones de gobernanza global en la década de los 40 y 50, incluyendo el Banco Mundial y el Fondo de Monetario Internacional, se crean también los acuerdos de Bretton Woods para el libre comercio internacional. En estos acuerdos, se estableció que el comercio internacional de petróleo debía ser libre, pero con el dólar estadounidense como patrón de referencia. Durante este período, la FED emitía deuda según lo permitían sus reservas de oro, que previamente había sido confiscadas de la población, por el presidente Roosevelt. Las reservas reservas de oro públicas de otros países también habían sido acaparadas en bóvedas estadounidenses, con la excusa de proveer mayor seguridad que en la Europa de la posguerra. Desde fines de la década de 1940, las notas de deuda emitidas por la FED son el activo de reserva pública más importante del mundo.
En la década los 70, el pico de petróleo en territorio estadounidense y la reestructuración del mercado por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) implicó mayor dependencia de petroleo internacional, así como un cambio en su posición de poder. Para solucionarlo, Nixon suspendió definitivamente (aunque en su momento dijo que sería temporal) la convertibilidad de las notas de deuda a oro, dando carta blanca a su emisión por parte de la FED. Desde entonces, EE.UU. viene usando esta deuda para financiar las guerras que aseguren el petróleo barato de otros países y que acaben con amenazas sociales o geopolíticas. Así, en el caso de este dinero fiat monopolizado por el gobierno gringo, los conceptos de “confianza” y “temor” son intercambiables.
Señoreaje privado de un cártel bancario, emisión de deuda sin respaldo y un aparato militar-industrial global, en eso se basa el patrón dólar. Si bien está siendo menoscabado por otras potencias centralizadas y por Bitcoin, la alternativa descentralizada, la transición a un nuevo patrón aún está en etapa emergente y las organizaciones globalistas y cárteles bancarios buscan mantener el señoreaje global. Christine Lagarde, presidenta del FMI, por ejemplo, ha señalado a Bitcoin como un “escape” a su sistema de señoreaje.
El señoreaje permite que la cantidad de deuda emitida no responda a una mayor o menor demanda del sector productivo, sino a la intención gubernamental de intervenirlo para darle un determinado estímulo; con lo que la inflación no viene de la mano de un aumento de salarios y disminuye la capacidad adquisitiva que uno obtiene por su trabajo. Además, con la persecución fiscal y, en los últimos años, los confinamientos, los pequeños negocios productivos solo pueden ser sostenibles mediante el endeudamiento y los beneficios que obtienen son así transferidos de regreso a los oligopolios bancario, que gozan del permiso de fraccionamiento de reservas. De esta forma, por un lado, absorben las ganancias de la sociedad; pero por otro, los costos en los que incurren los oligopolios son también transferidos de vuelta a la sociedad, cuando estos no pueden responder por sus deudas. Los rescates ocurridos en 2008 a los too big to fail son evidencia de ello, así como el proceso mediante el cual estos adquieren bancos más chicos cuando quiebran, aumentando la centralización del sector.
Al 2024, la ciudadanía estadounidense, gracias a sus gobernantes, debe más de USD 35 billones; y la deuda de todos los países del mundo combinados supera los USD 307 billones. Esta situación es tan crítica en las últimas décadas que los milenials y la generación Z, a diferencia de las generaciones previas que accedían más rápidamente a propiedad privada, están atrapados en una carrera interminable, donde a cada paso que dan la meta de la propiedad privada y la estabilidad económica se aleja cada vez más, y la manutención del día a día les exige tener dos o hasta tres trabajos, o incluso el crédito, solo para solo para llegar a fin de mes. Cada ciclo de impresión de notas de deuda sin respaldo añade más y más carga a las futuras generaciones, quienes no tiene voz en el asunto. Y para entender la magnitud exponencial del problema, solo durante la administración Biden, se ha emitido el 40% de todos los dólares que existen actualmente en circulación.
El modelo de externalización de costos e internalización de beneficios, aunque es muy deseable en contextos de libre mercado, es socialmente devastador cuando un manojo de organizaciones bancarias lo aplican mediante la manipulación regulatoria. Mediáticamente, la externalización de costos se apoya en discursos socialistas; mientras que la internalización de beneficios, en discursos capitalistas. Ya en el siglo XVIII, Richard Cantillon había descrito a la élite de organizaciones cercanas al banco central, que se beneficia de su posición para recibir dinero fresco del banco central, prestarlo al público a tasas desproporcionadas, y luego recibir aún más dinero público como compensación por la falta de pago. El objetivo de fondo del señoreaje que llevan a cabo los cantillonarios es el saqueo de la riqueza de los ciudadanos: terrorismo financiero.
"Está bien que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana"
Henry Ford, 1922
A esto se suma la transición a un sistema financiero 100% electrónico. Las Monedas Digitales de los Bancos Centrales (CBDC) se vienen preparando en prácticamente todos los países del mundo y se calcula que su implementación será entre mediados y fines de esta década, aunque podría adelantarse sorpresivamente. El Banco de Pagos Internacionales (Bank of International Settlements o BIS), una organización creada como parte de los Acuerdos de la Haya de 1930, que agrupa a 63 bancos centrales de todo el mundo, incluyendo a la FED, al Banco Central Europeo, etc. es una organización privada sin jurisdicción, es decir que no responde a ningún gobierno específico, sino únicamente a sus propios miembros, a quienes brinda servicios financieros y de consultoría.
Agustín Carlsten, actual gerente general, ha dicho que con las CBDC los bancos centrales tendrán control absoluto sobre las reglas de uso del dinero, decidiendo cómo, cuándo y dónde usamos el dinero, o si podemos usarlo en absoluto. La implementación de estas tokens no es algo sencillo, por lo que las élites utilizarán las propias crisis que crean para justificarlas, así como eventos de emergencia sociales, como Cyber Polygon. El objetivo final de la implementación de las CBDC (o su versión “privada” mediante stablecoins) es la de añadirle al señoreaje la capacidad de establecer sistemas de crédito social draconianos, relacionados con iniciativas de ingeniería social como la climática, sanitaria, reproductiva, etc.
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Sobre la monopolización del dinero
Si bien el dinero surge como una tecnología libre, factible de ser producida por cualquier persona, hoy en día la emisión de dinero ha sido monopolizada por una mafia global, que le quitó a las personas su soberanía monetaria mediante la violencia y la propaganda. Así, extrae la mayor cantidad de valor posible del trabajo de la gente y, al mismo tiempo, le transfiere a la gente el costo de sus crímenes financieros.
En la prehistoria, muchas cosas escasas, durables y fungibles podían funcionar como moneda, como los cereales, la sal, metales, piedras preciosas o talladas, e incluso algunos tipos de conchas o de plumas. Pero con la aparición de los imperios antiguos y en la edad media, el señoreaje – el derecho exclusivo de emitir moneda – empezó a ser impuesto por tiranos, emperadores o reyes, quienes confiscaban el dinero de la gente y a cambio les daban una moneda estándar acuñada con su sello.
En 1694 se crea el Banco de Inglaterra, el primer banco central moderno, que se reservó el derecho de emitir la moneda del imperio británico, quitándoselo a las élites locales. Siempre ha sido ambiguo si este banco es una organización privada o pública, habiendo pasado de un extremo a otro en el papel y por posiciones intermedias. Pero siempre ha tenido roles públicos cruciales para la economía, como la regulación financiera, la emisión de moneda o el logro de metas inflacionarias, pero con independencia de los poderes democráticos. A partir de entonces, la gran mayoría de bancos centrales del mundo adopta está figura ambigua entre organización independiente, asesorada por organizaciones privadas, a manera de gremio o asociación, y roles y funciones públicas relacionadas con el manejo macroeconómico de la moneda, los tipos de cambio, etc.
Con la independencia de EE.UU., el liberalismo permitió que se retome la práctica de emitir dinero libremente, principalmente en forma de oro y plata minados de forma privada. Durante el siglo XIX, incluso, los bancos privados estuvieron en la potestad de mantener sus propias reservas de dinero y emitir sus propias notas de deuda bancarias (billetes). Aunque estos funcionaban ya con sistemas fraccionarios, donde podían emitir más deuda que sus reservas en dinero real, ganando un interés, se trataba de un mercado libre y basado en la confianza que los clientes podían tener para con los bancos privados. La recuperación del derecho natural de producir moneda de manera libre, sin embargo, no duró más de dos siglos. En 1913, el entonces presidente norteamericano Willson firmó el Federal Reserve Act, también conocido como “The Currency Bill”, diseñado previamente por un cártel bancario, en la famosa reunión de Jekyll Island. Este acta decretó el derecho de señoreaje por parte de una sola organización privada, conformada por el propio cártel: el Sistema de Reserva Federal estadounidense, la FED.
Igual que el Banco de Inglaterra, la FED fue presentada de manera engañosa en los medios, como si fuera una organización pública que reformaría el sistema monetario con el fin de evitar futuras crisis; como la ocurrida en 1907 – y que había sido diseñada justamente para justificar la implementación de dicha ley. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de las organizaciones de gobernanza global en la década de los 40 y 50, incluyendo el Banco Mundial y el Fondo de Monetario Internacional, se crean también los acuerdos de Bretton Woods para el libre comercio internacional. En estos acuerdos, se estableció que el comercio internacional de petróleo debía ser libre, pero con el dólar estadounidense como patrón de referencia. Durante este período, la FED emitía deuda según lo permitían sus reservas de oro, que previamente había sido confiscadas de la población, por el presidente Roosevelt. Las reservas reservas de oro públicas de otros países también habían sido acaparadas en bóvedas estadounidenses, con la excusa de proveer mayor seguridad que en la Europa de la posguerra. Desde fines de la década de 1940, las notas de deuda emitidas por la FED son el activo de reserva pública más importante del mundo.
En la década los 70, el pico de petróleo en territorio estadounidense y la reestructuración del mercado por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) implicó mayor dependencia de petroleo internacional, así como un cambio en su posición de poder. Para solucionarlo, Nixon suspendió definitivamente (aunque en su momento dijo que sería temporal) la convertibilidad de las notas de deuda a oro, dando carta blanca a su emisión por parte de la FED. Desde entonces, EE.UU. viene usando esta deuda para financiar las guerras que aseguren el petróleo barato de otros países y que acaben con amenazas sociales o geopolíticas. Así, en el caso de este dinero fiat monopolizado por el gobierno gringo, los conceptos de “confianza” y “temor” son intercambiables.
Señoreaje privado de un cártel bancario, emisión de deuda sin respaldo y un aparato militar-industrial global, en eso se basa el patrón dólar. Si bien está siendo menoscabado por otras potencias centralizadas y por Bitcoin, la alternativa descentralizada, la transición a un nuevo patrón aún está en etapa emergente y las organizaciones globalistas y cárteles bancarios buscan mantener el señoreaje global. Christine Lagarde, presidenta del FMI, por ejemplo, ha señalado a Bitcoin como un “escape” a su sistema de señoreaje.
El señoreaje permite que la cantidad de deuda emitida no responda a una mayor o menor demanda del sector productivo, sino a la intención gubernamental de intervenirlo para darle un determinado estímulo; con lo que la inflación no viene de la mano de un aumento de salarios y disminuye la capacidad adquisitiva que uno obtiene por su trabajo. Además, con la persecución fiscal y, en los últimos años, los confinamientos, los pequeños negocios productivos solo pueden ser sostenibles mediante el endeudamiento y los beneficios que obtienen son así transferidos de regreso a los oligopolios bancario, que gozan del permiso de fraccionamiento de reservas. De esta forma, por un lado, absorben las ganancias de la sociedad; pero por otro, los costos en los que incurren los oligopolios son también transferidos de vuelta a la sociedad, cuando estos no pueden responder por sus deudas. Los rescates ocurridos en 2008 a los too big to fail son evidencia de ello, así como el proceso mediante el cual estos adquieren bancos más chicos cuando quiebran, aumentando la centralización del sector.
Al 2024, la ciudadanía estadounidense, gracias a sus gobernantes, debe más de USD 35 billones; y la deuda de todos los países del mundo combinados supera los USD 307 billones. Esta situación es tan crítica en las últimas décadas que los milenials y la generación Z, a diferencia de las generaciones previas que accedían más rápidamente a propiedad privada, están atrapados en una carrera interminable, donde a cada paso que dan la meta de la propiedad privada y la estabilidad económica se aleja cada vez más, y la manutención del día a día les exige tener dos o hasta tres trabajos, o incluso el crédito, solo para solo para llegar a fin de mes. Cada ciclo de impresión de notas de deuda sin respaldo añade más y más carga a las futuras generaciones, quienes no tiene voz en el asunto. Y para entender la magnitud exponencial del problema, solo durante la administración Biden, se ha emitido el 40% de todos los dólares que existen actualmente en circulación.
El modelo de externalización de costos e internalización de beneficios, aunque es muy deseable en contextos de libre mercado, es socialmente devastador cuando un manojo de organizaciones bancarias lo aplican mediante la manipulación regulatoria. Mediáticamente, la externalización de costos se apoya en discursos socialistas; mientras que la internalización de beneficios, en discursos capitalistas. Ya en el siglo XVIII, Richard Cantillon había descrito a la élite de organizaciones cercanas al banco central, que se beneficia de su posición para recibir dinero fresco del banco central, prestarlo al público a tasas desproporcionadas, y luego recibir aún más dinero público como compensación por la falta de pago. El objetivo de fondo del señoreaje que llevan a cabo los cantillonarios es el saqueo de la riqueza de los ciudadanos: terrorismo financiero.
"Está bien que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana"
Henry Ford, 1922
A esto se suma la transición a un sistema financiero 100% electrónico. Las Monedas Digitales de los Bancos Centrales (CBDC) se vienen preparando en prácticamente todos los países del mundo y se calcula que su implementación será entre mediados y fines de esta década, aunque podría adelantarse sorpresivamente. El Banco de Pagos Internacionales (Bank of International Settlements o BIS), una organización creada como parte de los Acuerdos de la Haya de 1930, que agrupa a 63 bancos centrales de todo el mundo, incluyendo a la FED, al Banco Central Europeo, etc. es una organización privada sin jurisdicción, es decir que no responde a ningún gobierno específico, sino únicamente a sus propios miembros, a quienes brinda servicios financieros y de consultoría.
Agustín Carlsten, actual gerente general, ha dicho que con las CBDC los bancos centrales tendrán control absoluto sobre las reglas de uso del dinero, decidiendo cómo, cuándo y dónde usamos el dinero, o si podemos usarlo en absoluto. La implementación de estas tokens no es algo sencillo, por lo que las élites utilizarán las propias crisis que crean para justificarlas, así como eventos de emergencia sociales, como Cyber Polygon. El objetivo final de la implementación de las CBDC (o su versión “privada” mediante stablecoins) es la de añadirle al señoreaje la capacidad de establecer sistemas de crédito social draconianos, relacionados con iniciativas de ingeniería social como la climática, sanitaria, reproductiva, etc.
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